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La felicidad de las primeras veces


La felicidad de las primeras veces

Separarme de mi bebé para incorporarme de nuevo a mi puesto de trabajo también fue de las cosas más difíciles que he vivido como madre. Mi personalidad es un tanto peculiar… Soy bastante acaparadora, pasional, impulsiva, celosa, protectora y un tanto posesiva con los míos.  No voy a valorar si está bien o mal. Soy así y punto. Tenía y sigo teniendo muy claro que lo que viva ahora no lo viviré jamás. Y que lo que pueda disfrutar de mi hijo ahora, es tiempo, salud, amor y alegría que gano estando con él y no pienso perdérmelo por nada del mundo. Por eso no me separé de él en sus primeros 150 días de vida. Todo lo que duró mi baja de maternidad…. ¿¿Arrepentirme?? Para nada. Volvería a hacerlo una y mil veces más.

En cuanto a la recuperación física me pareció realmente impresionante lo sabia que es la naturaleza. Después de nueve meses en los que tu cuerpo sufre una transformación tremenda por dentro y por fuera, bastan 15 días para que, al menos, por fuera te veas prácticamente como antes de quedarte embarazada. Por dentro es otra cosa… Dicen que se tarda aproximadamente un año hasta que el cuerpo vuelve a su total normalidad.

 

Yo engordé casi 10kg durante todo el embarazo. No es poco, pero tampoco es excesivo. Enzo nació con casi 4kg y el día que salí del hospital mi barriga tenía el aspecto de estar embarazada de unos 6 meses. Pero esa barriga es totalmente distinta a cuando la “mochilita te acompaña” está flácida y necesita su proceso para que vuelva a su sitio.

Dicen que si optas por la lactancia, la recuperación es más rápida. La leche materna es un alimento altamente calórico y grasoso y el bebé básicamente absorbe esas calorías del cuerpo de la madre. De ahí, que sea más fácil perder esos kilos que cogimos.

En mi caso al mes de dar a luz ya pesaba 4kg menos que antes de quedarme embarazada. Salir diariamente con el peque a dar un paseo, descansar, y comer de forma saludable es lo mejor para ir cogiendo tono y recuperarse cuanto antes.

En las clases de preparación al parto te cuentan que los primeros tres meses de vida del bebé son los más duros para los padres. Supongo que por el cambio radical de vida que empiezas a tener y por las horas de sueño que pierdes y nunca jamás volverás a recuperar. Yo estaba tan sumamente feliz, que para mí los primeros 5 meses fueron de burbuja permanente. El día tiene 24 horas, es cierto que la lactancia prácticamente te tiene todo el día con “la teta fuera” pero es cuestión de organizarse y ser muy paciente y consciente de tu nueva vida. Así todo es más fácil y puedes disfrutar de tu hijo, pero también de todo lo que tenías antes de que él llegase. Pareja, familia, aficiones, soledad…

Tener un hijo cambia la vida, total y absolutamente. Y ahora os explico lo que al principio os comentaba que “dejas de ser tú”. Ahora lo primero es él. A cualquier hora del día y por encima de todo. Con lo que el tiempo que empleabas para disfrutar de tus aficiones, relajarte, desconectar, o simplemente ocuparte de tu casa o de ti misma pasa a un ultimísimo plano. Tú te arreglas la última deprisa y corriendo antes de salir pitando de casa. La música que tanto te gustaba escuchar la sustituyes por nanas para que él pueda relajarse y dormir. Y tu casa ya nunca más vuelve a estar ordenada e impoluta sino llena de trastos por todas partes. Y ya no hablo a la hora de ir de compras… el poco o mucho presupuesto que tienes siempre lo acabas invirtiendo en él.

A mí todo esto que os cuento porque lo he vivido de primera mano, no me produce la más mínima nostalgia o agobio. La felicidad que siento cada minuto que paso con mi hijo es lo más maravilloso que la vida me podía dar. Ver todos los cambios que va teniendo día a día, la conexión que se crea desde el minuto uno, las muestras de afecto recíprocas, las miradas, los juegos, los mimos… todo es absolutamente mágico.

La única pena que tengo es el TIEMPO. Pasa demasiado deprisa y nunca vuelve. Eso sí que me da pena. Hubiese congelado el tiempo muchas veces desde que nació por lo menos para no verle crecer tan rápido.

Pero bueno, es cierto que todas las etapas son preciosas y cada una de ellas tiene cosas absolutamente hermosas y también muy graciosas. Sus primeras sonrisas, sus primeros balbuceos. El día que se descubren en el espejo, el primer día que son capaces de darse la vuelta ellos solos, su primer puré, su primera galleta, su primer gateo, su primera carcajada. Su primera palabra…. QUE BONITAS SON TODAS LAS PRIMERAS VECES. ¡¡¡DE TODO!!! Por eso no pienso perderme nada de todo lo que aún le queda por descubrir.

Mi pequeño “Capitán Tapón” acaba de cumplir su primer año de vida y desde ese 17 de Octubre de 2014, gracias a él mi sueño se hizo realidad. Escucharle en su voz decir MAMÁ es lo más emocionante que hasta ahora he escuchado.

Soy plenamente feliz viviendo por y para él. Viendo el color de sus ojos, como le va cambiando la risa, porque llora o lo que le gusta que le haga reír. Por supuesto que tengo miedo a cometer errores, a fallar… Pero intentaré darle todo lo que esté en mi mano toda la vida.  Sobre todo valores, tiempo, dedicación, paciencia e infinito amor. Un amor incondicional.

Hoy, mañana y Siempre.

 “Un hijo es el motivo por el cual cada día decidimos seguir adelante. No es la única opción, sino la mejor decisión.”

Fuente Foto – Miriam Tejedor